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El trastorno de espectro autista (TEA) es una afectación de origen neurobiológico permanente que se manifiesta en la primera etapa de la infancia, independientemente del género, la raza o la condición social y económica. Se caracteriza principalmente por peculiaridades en la esfera de la interacción social y dificultades en situaciones comunicativas comunes, modos de aprendizaje atípicos, especial interés por ciertos temas, predisposición a actividades rutinarias y particularidades en el procesamiento de la información sensorial.

 

En la actualidad, no está determinada la causa que explique la aparición del TEA, pero si la fuerte implicación genética en su origen.

De acuerdo con cifras emitidas en 2019 emitidas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) uno de cada 160 niños tiene un trastorno del espectro autista (TEA). Aunque algunas personas con TEA pueden vivir de manera independiente, hay otras con discapacidades graves que necesitan constante atención y apoyo durante toda su vida.

De acuerdo con el Consejo Nacional para el Desarrollo y la Inclusión de las Personas con Discapacidad, en México no existen datos actuales sobre la incidencia del autismo, sin embargo, se estima que alrededor de 6 mil 200 personas nacen al año con autismo. Lamentablemente a pesar de que existen instituciones en México que atienden a personas con autismo, éstas son insuficientes o incosteables para la mayoría de la población.

Hay algunos aspectos importantes para todos y para las personas con autismo:

1. Reconocer que todos somos diferentes y, por ello, debemos estar unidos en nuestra diversidad.

2. Es importante la asociación entre las familias que tienen algún familiar con autismo, las personas, así como las personas de servicios de salud, educación y políticas encargadas de estos temas, para generar mejores servicios y apoyos a las personas con TEA y sus familias.

 

Fuentes:

https://www.cndh.org.mx/noticia/dia-mundial-de-concienciacion-sobre-el-autismo

https://www.gob.mx/conadis/articulos/dia-mundial-de-concienciacion-sobre-el-autismo-2019

 

 

 

 

 

“Un tlacuache muy travieso encuentra un libro en un bote de basura, y desde ese libro empieza a conocer a muchos animales que habitan en México y que están en peligro de extinción. Óscar nos mostrará la riqueza de la fauna de nuestra América.

El texto y sus eficaces ilustraciones contienen los siguientes valores: amistad, sabiduría ancestral, tolerancia, unión familiar, y sobre todo respeto y aprecio por la naturaleza y sus habitantes.”

Da clic aquí para conocerlo
https://aprendeencasa.sep.gob.mx/multimedia/
RSC/Documento/202011/
202011-RSC-P05Vf2u7WE-El_libro_de_Oscar.pdf

Fuente:

http://www.elem.mx/obra/datos/212287


Ricardo Flores Magón nació el 16 de septiembre de 1873, en Oaxaca, en la Sierra de Nautla, un área territorial habitada por comunidades de habla mazateca y nahua.
Desde muy joven radicó en la Ciudad de México, sus estudios y vocación lo llevaron a comprometerse apasionadamente en la política y el periodismo
Junto con su hermano Jesús y Antonio Horcasitas, fundó el periódico “Regeneración -de corte antiporfirista.

En 1905 fundó el Partido Liberal Mexicano, el programa del Partido, incluía importantes reformas como: la cancelación de la reelección; la mejora de la educación -mediante un mayor número de escuelas, una enseñanza netamente laica, la educación obligatoria hasta los catorce años y buenos sueldos a los maestros-; la jornada laboral de ocho horas; reglamentación del trabajo doméstico; mejoras de higiene y seguridad en las minas, fábricas y talleres; prohibir el trabajo infantil; dotar de tierras a quien lo solicite sin más condición que dedicarlas a la producción agrícola; que el Estado fijara la extensión máxima de terreno cedida a cada persona; la creación y fomento de un banco agrícola con préstamos para los agricultores pobres con poco rédito y redimibles a plazos; supresión de los jefes políticos; y protección a las comunidades indígenas, entre otras.”

Te invitamos a leer más sobre los Flores Magón en:

https://www.inehrm.gob.mx/recursos/Libros/15032022_biografia_ricardo_flores_magon_para_ninas.pdf

https://www.gob.mx/siap/articulos/ricardo-flores-magon-un-imprescindible-precursor-de-la-revolucion-mexicana

 

Angélica Noemi Juárez Pérez y Xavier Alexander Martínez Jarillo

“María de la Soledad Leona Camila, mejor conocida como Leona Vicario, fue el nombre que en todo momento distinguió su carácter aventurero e independiente. Nació el 10 de abril de 1789 en la Ciudad de México, en el seno de una familia acomodada.

Al estallar la Guerra de Independencia, formó parte del grupo secreto Los Guadalupes, que daba información, armas y recursos a los insurgentes. Como consecuencia de esto, Leona fue encerrada en el Colegio de Belén y su fortuna fue embargada. Tras fugarse se unió al ejército insurgente junto a Andrés Quintana Roo  quien después sería su esposo.”

Descarga aquí su libro

https://inehrm.gob.mx/recursos/Libros/Leona_Vicario_BPN.pdf

 

Antes de que el mundo tuviera luz y abundancia, la oscuridad asediaba esta tierra, principalmente a Sonora, este lugar donde nací, crecí, morí y resucité. Cuando el Sol apenas comenzaba a crearse a millones de metros de distancia, yo emergí de los adentros del Valle de Altar, mi cuerpo estaba compuesto por cientos de granos de arena.

Luego de muchos siglos cayó sobre mi madre, la tierra, la primera gota de agua desde el cielo. Aquel día fue una fiesta, pues no sólo nació la lluvia, también nació el sol, los saguaros, las pitahayas, los venados y mis hijos, los tohono o’odham. Crear a mis hijos no fue tarea fácil, pues tuve que esperar a que cesara la tormenta para juntar grano por grano de mi madre, la arena, y formar la cabeza, el cuerpo y las piernas de mis descendientes. Después, tuve que dejarlos bajo la luz de la luna hasta que el sol se posó sobre nosotros.

Al pasar de los años les fui enseñando a mis hijas e hijos canciones que les hicieran recordar su lugar de origen. “Cuando te sientas perdido mira a las nubes, ellas tu voz escucharán, y con su lluvia a la arena de tu desierto te devolverán”. Cuando crecieron los instruí en el arte de la 18 19 cosecha, de la recolección de agua y de la caza. Sin embargo, no todos mis hijos siguieron el camino del bien. Hubo quienes, con lo aprendido, se llenaron de poder. Fue por ello que las nubes, mi madre tierra, el viento, la luna y el sol decidieron castigarnos a buenos y malos.

Una noche, cuando la luna iluminaba de manera tenue nuestro hogar, las nubes mayores llegaron empujadas por el viento y descargaron con furia millones de gotas de ira sobre mi madre hasta conseguir que se formara un socavón y se llenara de agua, creando la laguna de Quitovac. El chubasco duró muchos días y el sol decidió no calentarnos. Las tinieblas se apoderaron del Valle de Altar, pero la pena no paró ahí, nos castigaron enviándonos seres maliciosos para hacernos daño. Uno de ellos fue la serpiente de dos cabezas que llegó a vivir a la laguna de Quitovac.
—Madre, vengo a suplicarte piedad para mis hijos. Sus cosechas de calabaza y de frijol no les están dando alimento —dije arrodillado.
—I’itoi, hijo mío, tus protegidos han sido mal agradecidos con lo que les hemos brindado. Han cazado venados cuando sus estómagos se encontraban satisfechos, han robado el agua a aquellos que tenían sed, y han destruido la cosecha de sus propios hermanos —dijo mi madre tierra, con voz airada.
—Apiádate de ellos, ya han aprendido la lección.
—Me duele verte sufrir, hijo, pero tus hijos deben aprender que hicieron mal.
—¿Qué podemos hacer para aplacar la ira que tienen contra nosotros? —pregunté mientras la lluvia me bañaba.
—Tus descendientes deben pedir disculpas a las nubes, al viento, al sol y a la luna —dijo con voz serena.
Me levanté y partí a buscar a mis hijos para pedirles que se arrepintieran por lo que habían hecho. Cuando pasé junto a la laguna de Quitovac vi que uno de mis hijos se hallaba flotando boca abajo y me adentré en el agua rápidamente hasta llegar al cuerpo. Fue entonces que me percaté de que mi retoño tenía varias mordidas en el cuello y ya no respiraba. Esa atrocidad sólo la habría podido realizar alguien sin sentimientos, la serpiente de dos cabezas.
Sin pensarlo me sumergí en la laguna hasta llegar a lo más profundo. Ahí descansaba la enorme serpiente de piel escamosa y atigrada. Me fui acercando de a poco hasta que llegué a situarme frente a sus cabezas. Una de ellas era como la de un dragón, la otra era similar a un cuervo. Verla de frente me llenó de ira, por mi mente sólo pasaba una cosa, vengar a mi hijo.

Mis brazos y mis manos se volvieron duros como una roca, sentí que la sangre me recorría con mayor velocidad las venas, y el poco aire que me quedaba en los pulmones se hizo más. Fue entonces que decidí atacar a la bestia. Cargué mi puño y lo solté contra la cabeza de dragón. La serpiente de dos cabezas se despertó de su largo sueño y rugió como un león. Al oír eso quedé paralizado; la bestia aprovechó ese instante para tomarme con el pico de su cabeza de cuervo y zangolotearme repetidamente hasta hacerme perder todo el aire que llevaba en el cuerpo.

Perdí el conocimiento y desperté en un lugar oscuro y pegajoso que olía a pescado, ahí se escuchaba un palpitar fuerte y acelerado. Caminé hacia donde se oía el latido y me encontré con una roca color canela que parecía respirar, era el corazón de la serpiente. En ese momento pensé en arrancarle el peñasco que resollaba en su interior, sin embargo, decidí no hacerlo, pues temía que la víbora, al sentir mis manos, se enrollara y me apretara hasta asfixiarme, y ahora sí, matarme.

Pasé muchas horas pensando en la manera de terminar con la bestia de dos cabezas, pero todo lo que planeaba, después me parecía muy arriesgado. Finalmente tomé la decisión de escapar por sus fauces cuando se durmiera. Una vez que sentí que la víbora no se movía, decidí actuar. Caminé despacio por su interior para no despertarla.

Cuando llegué al que podría ser su cuello, me encontré con dos caminos para elegir, podía salir por la cabeza de dragón o por la de cuervo, pero no supe cuál era cuál, así que me decidí por la de la izquierda. Yo esperaba haber elegido el camino que me sacara por el pico de la bestia, mas no fue así. Al llegar a la lengua me percaté de que había salido por la cabeza de dragón, pues tenía dientes puntiagudos. Cuando me vi frente a la que sería mi salida, me invadió de nueva cuenta el sentimiento de venganza, mi voz interior me preguntaba si era correcto huir del asesino de uno de mis hijos. Yo me respondí que no, que tenía que acabar con la víbora de dos cabezas antes de que ella creciera más y acabara con todos mis hijos, conmigo y con mi madre tierra.

Volví a cargar mi puño y sentí que mi fuerza en los brazos, la espalda y la mano era mayor. Jamás había sentido eso, así que aproveché para golpear uno de los dientes de la bestia. Mi fortaleza logró no sólo derribar uno, sino dos. La víbora, al sentir que se habían derrumbado sus colmillos, se zangoloteó de un lado a otro de manera brusca hasta que me derribó y volvió a tragarme. Llegué de nueva cuenta hasta lo que era su estómago, pero no caí con las manos vacías, me llevé los dos colmillos filosos que le había quitado. Sin pensarlo, nuevamente seguí el sonido de los latidos del corazón de la bestia. Me paré frente a la roca que respiraba y con los dientes de dragón la corté. Cuando cayó frente a mis pies seguía inhalando y exhalando.

La víbora de dos cabezas reaccionó peor de como lo había imaginado. Primero berreó hasta dejarme sordo, luego comenzó a dar vueltas en círculos, para después saltar fuera del agua y luego volver a entrar a la laguna. Cuando cayó en el fondo se enroscó tanto que no me dejó espacio para moverme, los huesos me crujieron y sentí que ese era mi fin. Sin embargo, la fuerza en mi interior volvió y logré hacerme un espacio. Sin perder ni un segundo, tomé ambos colmillos y los incrusté en el costado del animal marino hasta lograr abrirme un hueco, cogí el corazón de piedra y salí al agua.

Arriba de mí, el sol apenas comenzaba a posarse en el cielo, pues se notaban los tonos alba del amanecer. Salí a la superficie y vi a muchos de mis hijos alrededor de la laguna observándome.

— ¡Nuestro creador ha vencido a la bestia! —gritó emocionada una pequeña de cabello lacio en cuyas mejillas la arena formaba una nube.

Luego de oír una ovación de mis hijos que se hallaban allí reunidos, caí en un sueño profundo. Desperté acostado sobre la arena en medio de varios cactus gigantes y con el corazón de piedra a mi lado. Me levanté y una lluvia torrencial cayó sobre el Valle de Altar. Tomé la roca y corrí a resguardarme bajo la teja de una de las casas de adobe. Cuando miré la piedra, me pareció que era más grande que antes, pero creí que era sólo una impresión mía, así que no le di importancia. La tormenta duró todo el día y toda la noche. Cuando el pueblo ya comenzaba a inundarse, y yo a asustarme, recordé lo que me había dicho mi madre. Mis hijos debían pedir disculpas por sus malas decisiones.

Dejé el corazón color canela bajo la lluvia y fui a buscar a cada uno de mis hijos a sus hogares. Luego de haber reunido a todos junto a la laguna de Quitovac, nos percatamos de que una gran roca había aparecido. Era el corazón de la víbora de dos cabezas, lo supe porque estaba justo en el mismo lugar donde yo lo había dejado. Caminé hacia la gran roca que seguía creciendo con la lluvia y la escalé. Una vez arriba, les pedí a mis hijos que se disculparan por los malos tratos que le habían dado a mi madre tierra y al universo en general. Todos, asustados por ver que la roca seguía creciendo con cada gota que la mojaba, comenzaron a pedir perdón y a entonar cantos como este: “Oh, sagrada lluvia, báñanos con tus bellas gotas, prémianos con tu rocío, pero no nos castigues con tu diluvio”.

La tormenta se detuvo y con ella el crecimiento de la piedra que ahora era una montaña de lo grande que se había vuelto. Yo ahora vivo aquí, dentro de la montaña que lleva por nombre Baboquivari; desde aquí puedo ver y cuidar, a todos y cada uno de mis hijos, de los peligros que les acechan.

Fuente:

https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/765458/Libro-Papagos-Los-colores-del-desierto-INPI.pdf

 

  Mi cara
Gloria Fuertes
En mi cara redondita
tengo ojos y nariz,
y también una boquita
para hablar y para reír.

Con mis ojos veo todo,
con la nariz hago achís,
con mi boca como como
palomitas de maíz.

 

 

Por el Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial

“Nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel, o su origen, o su religión”. Nelson Mandela

Poema
Fragmento de La herida en la lengua
Chantal Maillard

“Recluido en un torreón a las orillas del río Neckar, en los últimos años de su vida Hölderlin, según se cuenta, a cualquier pregunta que se le hiciese, contestaba invariablemente "pallaksch, pallaksch", una expresión con la que se remeda el balbuceo de los niños pequeños. Celan alude a ello en el poema "Tubinga. Enero": Si viniera, / si viniera un hombre, / si viniera un hombre al mundo, hoy, con / la barba de luz de / los patriarcas: / debería, / si hablara de este / tiempo, / debería / solo / balbucir y balbucir, / siempre-, siempre- / asíasí / ("Pallarksch, Pallaksch"). Era un mes de enero cuando los altos mandos de la SS se reunieron en Tubinga para decretar el exterminio del pueblo judío.

Hay épocas, en efecto, en que la boca de un sabio no podría sino balbucir.
Pero “¿La historia de la humanidad no es acaso toda entera, desde sus inicios, la historia de un crimen? Las naciones europeas no cesan de recodarse mutuamente el holocausto judío, pero ¿fue éste el único? ¿En qué ciudad se decretó el genocidio de Namibia (1904-1908)? ¿En qué mes el de Armenia (1915-1923), el de Ucrania (1929), el de España (1936-1975), el de la Franja de Gaza? ¿Lo recordamos?

Tan sólo en los últimos sesenta años, con implicación directa o indirecta de los gobiernos de Occidente, fueron masacrados

siete millones de vietnamitas
dos millones de camboyanos
dos millones de kurdos
quinientos mil serbios
un millón doscientos mil argelinos
setenta mil haitianos
ochocientos mil tutsis y hutus
doscientos mil guatemaltecos
trescientos mil libaneses
un número aún creciente de palestinos

¿los recordamos?

Y aunque así fuese, ¿nos sentiríamos concernidos? Cuanto más alta sea la cifra más espectacular será el suceso y, por lo tanto, menos habrá de implicarnos: el dolor siempre acude en singular. Sumamos y redondeamos como para ajustar la tasa de sufrimiento. ¿Puede acaso sumarse el sufrimiento? ¿Será más el dolor de todo un pueblo que el de cada uno de sus miembros? ¿Cómo sufre "un pueblo"? ¿Existe el pueblo o la Nación independiente de su gente? Y

cada uno de los seres que padecen ¿no serán siempre el mismo, una y otra vez, infinitamente?”

Fuente: https://issuu.com/artssantamonica/docs/chantal#google_vignette

 

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